Los alumnos de la Universidad de las Américas (UDLA), de las carreras de periodismo, (3er, 6to y 8vo semestre); y de multimedia (4to semestre); asistieron a un campamento de supervivencia en la selva, con los mejores soldados de guerra los Iwias.
La asistencia fue obligatoria, por lo cual muchos fueron con mala actitud, pero los animaba el hecho de compartir entre amigos fuera de lo común; pero cuando llegaron al cuartel se encontraron con otra realidad; y es que desde un comienzo se los trato como soldados.
Apenas inicio la caminata a donde se descansaría la primera noche; a algunos les pudo más la pereza y pronto se quejaron de dolores y malestar; y hubo quien acompañó hasta ahí al grupo y no lo volvió a ver hasta el regreso.
Después la comida no fue la más agradable para todos y más de una mala cara pusieron e incluso hubo quien no se la comió nunca.
Dormir en el sleeping sentado al suelo fue muy desagradable pero nada comparado con la noche de supervivencia del día siguiente, donde hasta la profesora guía se desesperó por la travesía que todos pasaron, hundiéndose en el lodo, la larga caminata y hasta el punto de dormir en un hamaca toldo colgada en dos árboles en plena selva y con el fuerte aguacero del oriente ecuatoriano.
La asistencia fue obligatoria, por lo cual muchos fueron con mala actitud, pero los animaba el hecho de compartir entre amigos fuera de lo común; pero cuando llegaron al cuartel se encontraron con otra realidad; y es que desde un comienzo se los trato como soldados.
Apenas inicio la caminata a donde se descansaría la primera noche; a algunos les pudo más la pereza y pronto se quejaron de dolores y malestar; y hubo quien acompañó hasta ahí al grupo y no lo volvió a ver hasta el regreso.
Después la comida no fue la más agradable para todos y más de una mala cara pusieron e incluso hubo quien no se la comió nunca.
Dormir en el sleeping sentado al suelo fue muy desagradable pero nada comparado con la noche de supervivencia del día siguiente, donde hasta la profesora guía se desesperó por la travesía que todos pasaron, hundiéndose en el lodo, la larga caminata y hasta el punto de dormir en un hamaca toldo colgada en dos árboles en plena selva y con el fuerte aguacero del oriente ecuatoriano.
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